sábado, 15 de diciembre de 2012

Llega la navidad

Por fin llega la navidad, la época más bonita del año. Los cínicos sacan a la calle su cara de mal humor, musitando nosequépollas de fiesta capitalista. los consumistas sufren una crisis nerviosa ante el bombardeo publicitario. La mayoría pasa las navidades con indiferencia. Sin embargo a mí, las navidades me hacen tremendamente feliz. 
Vuelve la época de las tradiciones propias, de las luces de colores, de los árboles de petróleo y los recuerdos de infancia. La sensación de jolgorio, una especie de borrachera constante en la que permitimos que una inexplicable felicidad nos inunde. Los magníficos paseos invernales por la urbe, mientras nievan suicidas solitarios desde las azoteas.
Puede que sea una fiesta religiosa en principio, pero se ha convertido en un canto al vitalismo. Una fiesta alrededor del nacimiento de no se qué crío, que se ha transformado en una fiesta para dar gracias de haber nacido, una fiesta para disfrutar y descubrirnos a nosotros mismos que la vida puede verse en un tono de felicidad y alegría. Eso es para mí la navidad, unos días de holgura dedicados a ver la belleza que rezuma del mismo hecho de vivir, de vivir año tras año, que nos recuerda que si colmamos nuestro entorno de buenos sentimientos y intenciones agradables, de cosas hermosas, brillantes y felices, la existencia puede ser algo más que un aburrido paseo. Pero claro, a lo mejor solo lo veo yo así y el gilipollas soy yo. Un gilipollas feliz, pero gilipollas al fin y al cabo.

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