martes, 31 de julio de 2012

Una historia de amor en condiciones.


De pronto a todas las parejas jóvenes seguían la moda de colgar un candado de una verja, cerrarlo y tirar la llave, símbolo de su amor. Ella le contó que todo aquello había nacido de una novelilla absurda para adolescentes, él ya la aborrecía sin haberla leído. Pero siempre solía decir que no había que cerrarse a nada, que había que limpiarse de prejuicios. Ella siempre coincidía, aunque no le dejaba que le diera por culo. Aún.
Esa noche salieron a la calle, pues eran una pareja joven que no se cerraba a nada. Llevaban un buen manojo de candados de bicicleta. Se acercaron a la moto más cercana y se lo colgaron entre los radios. Luego tiraron la llave a una alcantarilla. No vieron simbolizado del todo su amor, así que repitieron la operación repetidas veces, hasta que se quedaron sin candados. Simbolizar su amor les pareció gracioso. Eran unos hijos de puta, ambos. Quizás por eso se llevasen tan bien.
Cortaron a los pocos meses, ambos están bien. Quedan a tomar café de vez en cuando. Ni hubo melodrama, ni lágrimas. Solo se acabó lo que se daba. Me parece un buen final, un final feliz.

domingo, 15 de julio de 2012

Orgullo patrio

Curiosamente, a pesar de ser un amante de los términos abstractos, en muchos casos se me nubla el significado de algunos de ellos. No comprendo, por ejemplo, lo que significa la palabra "honor", que en un inicio me sonaba de puto lujo libanés y de la que ingenuamente deducía el significado de "hacer las cosas como hay que hacerlas". Hasta que me salieron pelos en mis perfumados genitales y comprendí que probablemente quería decir "hacer las cosas de forma que a la gente le parezca aceptable lo que hacen". Claro, pero eso ya es puta mierda, la experiencia nos enseña que el mejor lugar para colocar opiniones ajenas es en la sucia y negra raja de nuestro culo, a modo de protector de los calzoncillos.
Y como ese, muchos más términos se me escapan: "Redención", "penitencia", "banana hammock" y sobre todo, "patria". No es que no entienda la palabra en sí, lo que no entiendo es ese significado grandilocuente que se le suele aplicar, en esa interminable búsqueda por sentirlo en vuestro apasionado pecho, devolviendo a vuestra memoria tiempos mejores4 en las duchas de la cárcel. No creo que pueda quererse a un país entero o solo a uno. Sería cerril, garrulo y absurdo apasionarse por un pedazo de tierra por el mero hecho de estar acostumbrado a él. Puedes querer tu pueblo, tu ciudad, tu barrio, tus colegas, el kioskero que te vendía las revistas porno siendo menor de edad, con una depravada sonrisa cómplice en sus labios. Pero coño, no seamos absurdos, se cometen unas barbaridades en nombre de la patria y de toda su puñetera prole que no tienen nada que ver con nuestro bien amado kioskero ni con nada de lo demás. ¿No sería más razonable querer lo que te ha rodeado? Pero claro, la lógica no existe para algunos
Desde luego yo lo tengo muy claro. Si alguna vez se lía gorda con la patria, a lo que tenga arreglados mis asuntos y con los míos a buen recaudo, me busco una puta motorizada modelo Sado 582 (aquí teneis una muestra de este bello portento del transporte) y salgo cortando hacia donde haga falta. Y que se deje los cuernos por nuestra madre patria su puta madre. Es decir, técnica mente nuestra puta abuela patria.

sábado, 14 de julio de 2012

Babiera Campoamor, comprame un cerdito

Osbaldo Punchinbol odiaba mucho los smileys. Con toda su podrida alma de Mormón, le repugnaban a más no poder. Cada vez que los veía en la pantalla de su chat preferido sobre artículos de cocina que pueden usarse de consoladores, no  podía sino imaginar a toda aquella gente que compartía su pasión haciendo horrendas e histriónicas muecas. Además, curiosamente, imaginaba a todos sus compañeros de hobby con la cara de Rosi de Parma llena de natillas, lo que no ayudaba a que las muecas fueran menos inquietantes. Es por eso que, cada vez que aparecía un "XD" en una conversación, con la imagen mental en su cabeza de un internauta riendo como un puto descosido ante su teclado sin razón aparente, se afanaba en conseguir la dirección postal del interlocutor y daba un aviso a los EEUU de que en aquella casa había petroleo, con el consecuente asalto a la casa, el asesinato de todos sus habitantes y el robo de toda sustancia oleosa que encontrasen en un perímetro de 10 km.
A pesar de que le parecía un castigo acorde con el crimen cometido, a veces le entraba una extraña sensación de remordimientos. Pero el tenía métodos infalibles para acabar con ella. Cogía un gato y lo rellenaba con tabasco hasta que desbordase, esperaba a su muerte y luego lo utilizaba de esponja de ducha. Nada limpia tanto los pecados, ni exfolia tantísimo la piel.

lunes, 9 de julio de 2012

High luxury

Accedí a compartir la arraigada tradición de acudir al litoral español cuando el periodo estival aprieta. Al fin y al cabo, hasta los alemanes lo hacen y ellos saben coger al toro por el escroto. Me presento ante un hotel costero que vio envejecer y morir a la Mirinda. El gotelé había conquistado hasta el tanga del recepcionista calvo que nos recibió. Mi fin de semana costero se dibujaba como una vuelta a un pasado que soy demasiado joven para haber vivido.
Un pasillo muy muy funky, en tonos morados, granates y rosas, y engalanado esporádicamente por algún que otro motivo geométrico setentero a más no poder, me condujo a una habitación mediocre cuyo suelo había sido vilmente robado a la familia Alcántara. Para terminar de aliñar este mixed explosivo, un desfile de obras de arte completamente surrealistas poblaban los pasillos: Un relieve que parecía mostrar un hombre desnudo, imitando los griegos, pero realizado sobre un material similar a la lefa seca; un jarrón azul eléctrico hecho de corcho pan sobre unas patas naranja butano; y mi preferido, un gracioso cocinero bizco que me alegraba mi estancia con su mirada perdida, lo que nosotros apodamos el Bizcochef (fotos de nuestro camarada virulo arriba y abajo). Me reí mucho con todo esto, e incluso me hizo gracia cuando, por la noche, montaron una especie de fiesta geriátrica donde los ancianos bailaban al ritmo de baladas más antiguas que la violación anal. Un hotel inundado de chirrido de titanio y chasquidos artríticos. 

Sin embargo, hubo algo que sobrepasó mi cupo de buenrrollismo: había contratado un desayuno de buffet, y cual fue mi sorpresa cuando encuentro que el buffet son 3 rodajas de chorizo, un pack de zumo del mercadona, una rebanada de pan bimbo y un cruasan de aspecto dudoso. Mi cara de decepción debió ser épica, y todavía me contuve de arrodillarme en el suelo gritando "Lo habeis destruido". Pero esto si que no lo paso. Me da igual lo viejuno y absurdo que sea el hotel. Por lo pronto, he dejado mi retrete con más restregones de mierda que porcelana. Pero eso no será todo, ya lo creo que no. Solo es el comienzo de mi venganza escatológica.

miércoles, 4 de julio de 2012

Tócame la balalaika

Mis andares literarios me llevan esta vez a traeros una poesía pura y limpia, cargada de sentimiento. Un sentimiento inherente a las relaciones, de anhelo y deseo hacia esa persona que tiene la llave de nuestra felicidad en su mano. A veces un gesto tan pequeño representa un bien tan grande. Ese algo especial que nos determina a perseguir a nuestra pareja ideal, contenido secretamente en un gesto de afecto y cariño. En un gesto tan inofensivo como la música, como la noche. Como los dedos de una mujer amada alrededor de la balalaika.

Tócamela una vez más.
No dejes que se esfume
el momento sin que chorree
la música por tus paredes
porque te arrepentirás.
Tócala sin miedo.
Permite que se estrellen
las notas entre tus senos,
que la noche se desperece
y bajo tus dedos empiece
un tempo que sea nuevo.
Tócame la balalaika,
y me refiero a mi pene
que tantas horas de restriegue
comienzan a hacerme mella.
Si no piensas merendar
mejor no juegues con ella.

Homosexualidad, mariconeo y fitofilia

El ser humano es sumamente irritante. Es una característica inherente a él, no puede remediarlo. Es pesado, arrogante y debilucho. Si lo pensamos bien, dentro del reino animal seríamos como ese maldito pardillo flacucho que piensa que su capacidad para recordar todos los combos del Teken debería ser considerada maravilla de la humanidad y que se vanagloria de su poderosa inteligencia, autocompadeciéndose por vivir rodeado de primates. Una verdadera lástima. 
En la mayoría de los casos, no nos damos cuenta de lo irritantes y absurdos que somos. Excepto, claro, en las cosas que no tienen absolutamente ninguna importancia. Somos una especie que ha hecho las cosas más impresionantes y las más aborrecibles, que hemos llegado a tocar los extremos. Por el amor de José Coronado, hemos tenido a Freddie Mercury y a Justin Bieber. Y en vez de paliar todos los errores y atrocidades que cometemos, nos concentramos en las mayores nimiedades, aquellos errores que no son errores, sino simples diferencias. Y nos peleamos a cuchillo. Religión, nacionalismo... y la mejor mierda de todas: sexualidad.
No entiendo cual es el problema de que dos personas se enhebren el culo mutuamente o lo que haga falta. Qué cojones importará donde metamos el cimborrio, siempre y cuando receptor y emisor estén de acuerdo y contentos con el resultado (ojo, contentos, no satisfechos. La satisfacción en el coito es un objetivo más difícil de lo que parece). Pero no, claro, nos jactamos de nuestra rectitud, nuestra moral que controla cada parte de nuestra vida y la iguala a los que vivieron hace miles de años. Para algunos la evolución no significa nada, pero que coño, eso ya lo sabíamos.

martes, 3 de julio de 2012

Dios bendiga internet

Tras dormitar el día entero, el insomnio me atacó inexplicablemente esta noche. Cualquier hombre moderno y sofisticado que se precie aprovechará esas nocturnas horas para buscar a las musas por esa intrincada red de humanidad a la que llamamos "Internet". Las musas son realmente sencillas de encontrar en este mundo virtual, por lo que no tomará mucho tiempo al internauta medio darle un frote a la sardinilla con alguna maravilla de porno variado. Una vez logrado nuestro onanístico objetivo, la odisea por Internet se complica, pues solo un viajero observador reconocerá las inmensas oportunidades que la red nos brinda, esperando a que demos un enorme trago como si de un vaso de sudor de Kofi Annan se tratara.
En mi caso, debo reconocer que esta noche he pescado unas cuantas perlas (si quereis verlas pinchad en los enlaces, que os lo traigo calentito), entre las cuales se encuentra un supuesto video porno de Miley Cyrus, alias "Hannah Montana", alias "el cojo imberbe", alias "siete velas navideñas", protagonizado por una actriz porno asiática (lo creais o no, a pesar de la diferencia étnica entre las dos actrices, la gente seguía debatiendo en los comentarios si era o no era la actriz en cuestión. Al final va a ser verdad que las pajas te dejan ciego). Sin ni siquiera haber salido de la página, me encuentro otra maravilla, muestra de la inagotable avidez del ser humano por sorprenderse a sí mismo: una página web en la que por 29,99 dólares te dan un lustroso título de barón de Sealand. Para quien no lo sepa, Sealand es esta puta mierda. Probablemente esteis pensando lo mismo que yo, que preferís ser barones de los servicios de la estación de autobuses de Méndez Álvaro, sois unos inconformistas. Pues bien, la página todavía tiene algo que ofreceros. ¡Por solo 199,99 dólares (agarraos fuerte) te hacen conde!¡Solo doscientos dólares por semejante cagarro! ¡Viva la coprofilia!
Ya pensaba en reflejar mis descubrimientos en este blog de mis amores cuando de pronto ¡oh destino caprichoso, que no había acabado de sorprenderme todavía! Me encontré un vídeo en el que le hacen una tortilla de semen a una señorita y se la merienda. De puta madre, proteínas para el cuerpo. Porque la operación bikini está lleganto y todos queremos lucir lorzas con textura esperma. 
Así terminó mi larga noche de descubrimientos por Internet, está amaneciendo y sé que mañana no tendré necesidad de salir a la calle a buscar mi felicidad, pues ya me ha sido concedida. Nadie se come una tortilla de semen por la calle, pero ¿en internet? En Internet por supuesto, es un lugar mágico donde los sueños más sórdidos se hacen realidad.