miércoles, 29 de enero de 2014

Lob Actuali

El tipo que sube la calle con paso renqueante, algo bizco, vestido muy elegante con un traje de comunión de niña y una corona de papel de plata, erguido y orgulloso, es Perico Franelas. Y le sobran los anacardos. Y lo constata:
     -¡Me sobran los anacardos!- grita, y el hecho se hace patente para cuantos están a su alrededor. "¡Qué suerte!" piensa un transeúnte que le escucha. "Adamra al ne etatsila", piensa otro.

Como está podrido de anacardos, Perico piensa que puede hacer lo que le salga de las pelotas. Y efectivamente, parece que así es, puesto que Perico a lo largo del día ha violado dos buzones, escupido en el oído de un taxista y liberado un hurón ateo en el entreteto de una monja. Sin embargo, ninguna consecuencia han tenido los actos de Perico Franelas, pues a cualquier objetor de su conducta le cierra la boca a golpe de anacardos, sobornando a diestro y siniestro. No en vano, le sobran los anacardos. Y lo constata:
     -¡Me sobran los anacardos!- brama, y cuantos están a su alrededor se percatan. "Ya podrías darme alguno si te sobran" piensa un individuo furibundo con escasez de anacardos. "Billy Cristal", piensa otro.

En una esquina del parque algo detiene el frenético autocomplacerse de Perico. Es una hermosísima mujer plena de pechos y de pómulos tan exultantes que le dificultan la visión y le hacen respirar con cierta dificultad. Perico Franelas se enamora en el acto y decide, como siempre, realizar su voluntad:
     - Eh, nena, ¿quieres venir a mi casa a lamerme el pelo? - propone Perico seductor- Te aseguro que mientras estés conmigo no te faltarán los anacardos.
     - ¿Por quién me has tomado?- se indigna ella- ¿Por un putón que hace lo que sea por unos anacardos?
Tanta repulsa le provoca la proposición de Perico que le practica a este una llave de lucha libre, para luego marcharse ante la congestionada mirada de Perico. ¡Ah, tonto Perico, que ingenuamente pensaste que comprarías amor con anacardos!¡Valiente gilipollas!¡Necio y estólido muchacho, ¿Acaso no sabes que el amor no se compra con anacardos?! Se compra con dinero.

martes, 21 de enero de 2014

Otnot le euq ol ael

Una receta de cocina especialmente exigente me obligó a quebrarme los cascos a la hora de conseguir algunos ingredientes. No os mentiría si os dijera que uno de los intermedios en cuanto a facilidad de poseer era "200 gramos de serrín de confesionario antiguo". Me adentré con intención de aprehender dicho material en un antiguo convento abandonado de la hermandad de las Descalzas Tuberculosas. Allí no logré mi meta inicial de encontrar un antiguo confesionario y reducirlo a serrín para mi receta, pero encontré algo igualmente bueno: una manual de Urdu para principiantes. Ese mismo día me puse con el idioma y tan pronto y de manera tan fluida llegué a dominarlo que me aventuré a escribir un poema. Y ese es el que puedes leer a continuación, avezado lector, por favor, sé clemente con este recién iniciado en el urdu y sus posibles faltas gramaticales.



Otnot le euq ol ael.
Is satse odneyel otse
ay sebas euq so yotse
odnamot le otup olep,
orep ne nalp amorb,
redoj, euq iuqa somos
sodot soneub sogima.
Aton arap im omsim,
seneit euq rarpmoc sajetnel.

miércoles, 15 de enero de 2014

Save the Aliens

La fauna del transporte público. Esa maravillosa colección abúlica de gente aleatoria que bambolea de aquí para allá unas muy urbanitas nalgas en pro de objetivos para nosotros desconocidos. No dejen que les confundan, avezados lectores, los estreñimientos anímicos de los cientos de mediocres articulillos que han hecho diana de este tema, es llorosa cantinela sobre la alienación del hombre representado en un currelas en el metro a las 8 de la mañana. Seamos justos, a las 8 de la mañana se tiene derecho a estar tan alienado como le plazca a uno mismo.
De Cleverness en Devian Art
Antes que la crítica, bien merece una oda, un trofeo con la forma de las nalgas de Ewan MacGregor o, el culmen de toda fauna, un documental de Félix Rodríguez de la Fuente (te añoramos, Félix). Definitivamente, si observamos a aquel caballero deshollándose las meninges a través de las fosas nasales o a aquella señora que lanza alaridos al cabrón insoportable de su hijo (lacerando los tímpanos de todos los presentes con el cariño y la dulzura que solo una mamá cóndor podría igualar) cualquier observador suspicaz comprenderá la fecundidad y hermosura de este ecosistema humano.
Mas no todo es rico semen de nutria en este puchero, pues existe una especie depredadora que amenaza con aniquilar y conquistar este valioso hábitat, parasitando poco a poco a todas las especies autóctonas. Señores de Green Peace, no entiendo a que esperan para dirigir sus muy neumáticas lanchas hacia el centro de la península ibérica, cruzando a toda prisa con sus embarcaciones por los pasillos del Cercanías Colmenar-Parla. Menos salvar focas y más acabar con los "tecno-zombis". ¡Salvemos al borracho, al dormido y al hombre de la cara abúlica! Protejamos la fauna autóctona del metro frente a la amenaza que la asola. Terminemos con el virus de los smartphone antes de que acabe con nosotros.
Démosle a nuestros hijos un mundo limpio y sano, con fauna de metro. ¿O queremos que sean nuestros predecesores solo una pantalla más en este valle de pantallas?

martes, 7 de enero de 2014

La Guerra del Desempleo: Día 11

Había pasado más de una semana y había tenido tiempo de obviar la advertencia del "Muelas". Aquella mañana me daba una vuelta por el parque del Retiro, para facilitar la digestión de la cría de lince que había desayunado. Me gustan las mañanas tranquilas, con una brisa fresca que atraviesa la foresta y los rayos de sol entrelazados con la bóveda de verdura. Me paré a cagar en un macizo de flores moradas, extasiado por la belleza que me rodeaba.
Entonces fue cuando percibí la amenaza. Al principio solo era un *Clic*, después fueron dos y después toda una multitud. "Mierda" pensé justo antes de esquivar una enorme pértiga de sonido que pugnaba por cascar mi cráneo. Sin subirme los pantalones, agarré la pértiga y tiré con fuerza. Los *click click* seguían sin cesar cuando lancé al endeble fantoche que blandía la pértiga por las aires, estrellándose contra un árbol. El tipo, con gruesas gafas de pasta, una camisa de cuadros y unos guantes con los dedos cortados, me lanzó una mirada torva mientras murmuraba con voz queda "Humanista de mierda, como te atreves". El brillo de una lente se cruzó en los límites de mi campo de visión y entonces todo cobró sentido. Ya sabía qué eran esos *click*... 
- Cámaras Reflex... - me dije para mí mismo.
No tenía mucho tiempo. Arranqué de cuajo el macizo de pensamientos violetas sobre los que anteriormente había defecado mientras agarraba del cuello al infortunado que había intentado agredirme.
-¡Periodistas!- grité- ¡Salid de vuestro escondite antes de que le restriegue toda esta mierda por la cara a vuestro compañero!
Repentinamente se hizo el silencio, pero nadie se mostró. Acerqué el inmenso pastel a la cara del pobre individuo y la mera cercanía de la especiada cagada le irritó los ojos y comenzó a producirle una desastrosa erupción bajo sus patillas de moderno.
- ¡Nadie tiene que salir herido hoy!- bramé, cuidando de vigilar mi retaguardia al mismo tiempo- Os lo aviso, anoche cené en un mejicano y todavía se aprecia el olor a cúrcuma en esta preciosidad.
- ¡No, por favor!- gritó de pronto el desdichado- ¡Los gases que desprende  la mierda se están comiendo la montura de mis gafas!¡Ayudadme!
- ¡Suéltalo!
De entre los matorrales y las copas de los árboles salieron toda una horda de modernos con cámaras de fotos grotescamente grandes colgando. Me rodearon en un momento. Una chica, bastante guapa a pesar de su cara de boxeador de los años 40, se adelantó al resto. Parecía ser la líder.
- Saldrás vivo de esta, humanista- escupió esta última palabra con total desprecio.- Pero no creas que olvidaremos esta afrenta. 

miércoles, 1 de enero de 2014

Promesas Solemnes

¡A zurrir mierdas con un látigo, 2013! Apreciadísimos lectores, estarán ustedes leyendo esto probablemente padeciendo el jet lag de cambio de año, científicamente denominado "Una resaca que no se la salta un galgo". Puede que ya hayan expulsado las primeras deposiciones anuales, duras y secas como el alma de Joselito o líquidas y jupiterinas como un lapo de John Wayne. Puede incluso que ya haya pasado mucho tiempo desde la llegada del 2014 y que os importe ya un carajo lo que tengo que deciros en ese respecto. Si es así, pueden irse a ustedes a freirse la uretra en aceite de oliva.

Si sigue leyendo a pesar de todo, es para usted para quien va este mensaje, amantísimo lector. El comienzo de año suele tener el efecto secundario y absurdo de hacernos prometer terribles disparates sin pararnos si quiera a pensar en lo que estamos diciendo. ¿Quién no ha oído a un amigo o vecino en estas fechas prometer bramante y solemne " Este año pienso comer más naftalina que nadie" para luego morir después de comerse la tercera bolsa?. Clásicos navideños como este son los que minusvaloran la finalidad de este post, que también es, al fin y al cabo una promesa.
Sin más preámbulos: Me comprometo con toda la solemnidad que permite esta sociedad de hoy en día (no hay solemnidad en una sociedad cuyas campanadas no presenta Ramón García) a publicar al menos una entrada semanal a lo largo del próximo año. Han leído bien, impresionables lectores, una publicación semanal durante un año entero. Sin faltas ni vacaciones. Que una nutria se reproduzca con mi pie si miento. 

Y ahora, vayan a disfrutar del 2014. O por lo menos, traten de sobrevivirlo para poder comprobar si esta promesa era finalmente cierta o solo una tentativa más de enderezar su vida por parte de un pelele sin voluntad.