viernes, 26 de octubre de 2012

Corrida en el párpado

Tras la sentencia, se extendió en la sala un murmullo tan neutro que podía confundirse con el silencio. El juez sudaba. La toga le picaba en la rabadilla, quería irse a casa, pero todavía le quedaban cuatro casos antes de terminar la jornada. 
De pronto, uno de los policías que traía y llevaba a los presos dio un atlético salto estilo ballet ruso y se personó ante el juez. Mirándole fijamente, como si no se atreviera a soltar lo que le quemaba en la lengua, se arrancó los botones de la camisa, mostrando un torso perfectamente depilado, y dijo:
- Señoría, quiero ir a la cárcel.
- ¿Pero cómo? ¿Ha cometido usted acaso algún delito?
- No es eso, es que siento que soy la persona adecuada para terminar entre rejas- contestó el policía- Soy fuerte, rudo y me gusta la vida ordenada de la cárcel. Es mi vocación.
- No pienso mandarle a la cárcel- contestó el Juez airado- Usted no ha cometido ningún delito.
- Bueno, ayer le grité a mi mujer y le dije que la sopa estaba fría.
- Pero no pasa nada- dijo el Juez con camaradería.- Todos sabemos lo que es cruzarle la cara a la parienta de vez en cuando, ¿me equivoco?
Esperaba risas por parte del público y el jurado, pero todos estaban ausentes, pensando en la reproducción de la medusa león ártico. Solo un caballero asiático que se sentaba en la segunda fila reaccionó, fumando con indignación de su pipa de crack. El Juez movió el bigote enfurruñado.
- Bueno, ya le he dicho que no.
- Pero, por favor, se lo suplico, es mi sueño desde que mi mujer murió hace cinco años.
- ¿Pero no le había gritado ayer, hijo puta mentiroso?- gritó una señora entre el público. Todo el mundo se giró a mirarla y la presión social pudo con ella. Se tiró por la ventana.
- Que no lo mando a la cárcel, que no.
- ¡Cabrón, hijo puta, que no te cuesta nada!- el jurado se deshizo en improperios contra el juez. Este, verdigris de furia, se levantó y dijo señalándoles:
- ¡TODOS A LA CÁRCEL!- los otros policías se los llevaron.
- ¿y yo?- preguntó el policía de vocación presidiaria.
-¡USTED NO!
- ¿Pero por qué?- estaba completamente desesperado.
- Porque tiene usted la bondad en los ojos- respondió el juez- Y me cae usted bien.
Ambos se miraron sonriendo. Aquel fue el inicio del polvo más decepcionante de la vida del policía que quería ir a la cárcel. Ninguno de ellos volvería a amar después de ese momento de sexo desenfrenado y decepción frustrante.

lunes, 15 de octubre de 2012

Caspa de foca

La debo mucho al acto de la defecación. Son muchas las horas que dedicamos a deslizar por diversos pliegues y supurantes almorranas toda una variedad de ñordos que inician su encantador viaje hacia ríos vírgenes. Y yo las he aprovechado leyendo. No siempre buenas lecturas o interesantes, pero por mi cabeza deambulan todo tipo de datos acerca de los más variopintos temas adquiridos durante la exhaustiva exploración del revistero.
En mi periplo, he leído incontables revistas de decoración, humor, moda... y son estas últimas las que más me han fascinado, lanzándome a un universo paralelo de estrógenos e histeria, donde la anorexia es el orden del día. Mujeres esqueléticas enfundadas en los más variopintos trajes desfilan indolentes por las páginas, con cara de no haber probado nunca un potage de morcillas. Mujeres que no despiertan el instinto sexual por una cuestión práctica: No se puede mantener relaciones con ellas porque se te colarían por el agujero de la polla.
Y entre la enfermiza modelo de la página 32 y las patas de alambre de la página 34, publicidad de cosméticos, la verdadera razón de ser de estas revistas. Para los iletrados, un cosmético es un potingue que la gente se emplasta en la cara como pegote de semen para parecer menos reales. Es como el photoshop de la realidad. Lo más curioso de semejante invento son los materiales con los que se jactan de hacerlo: semen de medusa, grasa de eunuco, baba de caracol, caspa de foca... un sinfín de guarreridas que otorgan a estos insidiosos pucheros la apariencia de pociones chamánicas. Con esto y una fotografía de una fémina sin poros en la piel (a mi entender, tener la piel como el PVC representaría más bien una desventaja, porque pasaríamos un calor del copón bendito, pero bueno) la gente se pone en la cara lo que sea... y eso me sugiere toda una suerte de enfermizas ideas. Seguro que a vosotros también. De nada.

jueves, 4 de octubre de 2012

Violencia en las calles

Resulta que al parecer unos señores con porra acostumbran a pegar a unos señores con carteles. Los señores con carteles llevan un par de años llevando carteles. Antes eran señores sin carteles. Pero no les gusta como están las cosas, así que un buen día sacaron sus carteles a la calle. Y ya está, nada más. Por lo visto, los señores con porra son niñeras de los señores con carteles. No quieren que se hagan daño, ni que molesten al resto de señores.
Ahora bien, un día que los señores con carteles estaban sentados, sin más acción que la de blandir sus carteles, los señores con porra decidieron mandarlos a casa. Pero los señores con carteles no creían que hubiesen mostrado suficiente sus carteles. Entonces, como toda amorosa institutriz que trata de mandar a unos pacíficos chiquillos a la cama, los hombres con porra empezaron a molerlos a hostias como si no hubiese mañana. Con la más que magnífica melodía del crujir de huesos y el lagrimeo asustado comenzó esta bonita historia de sana rivalidad.
Los señores con carteles, a los que por primera vez en mucho tiempo se les había comenzado a tener en consideración gracias al gratuito ataque de los señores con porra, tuvieron la feliz idea de pagar con la misma moneda, lo que los llevó de nuevo a su estado de impopularidad. Cuando la gente los miraba ya no veían el mensaje de sus carteles o la utilidad de sus porras, sino a señores brutales con cartel y a señores brutales con porra, cargándose cualquier oportunidad de que en principio bien intencionadas ideas de ambos bandos llegasen a buen puerto. Aún así, por alguna razón, se siguen peleando. Y a mí me gusta verlo, porque es como una pelea de enfermos mentales a machete. Pelean y ya está.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Tras la pausa para publicidad

Todo vuelve en Septiembre, por suerte o por desgracia. Vuelven las colecciones inútiles que no conseguiréis completar jamás (lo cual es un mecanismo de defensa de la naturaleza, para que no acabemos llenando nuestra casa de "Maquetas de píloros a escala" o "Clítoris de la suerte de Falete"), vuelve la alopecia a los árboles, vuelven los atascos, vuelven los albinos de su hibernación veraniega y, sobre todo, vuelve la triste rutina que tantas pobres almas de llorones sodomitas hipoglúcidos ha hecho quebrarse. Vuelven las irrefrenables ganas de suicidio de sociópatas variados entre los que se incluyen tu prima la del pueblo y el bisoñé de Tchaikovsky.
Pero no todo es una puta mierda deprimente. Han vuelto los genios de Guardería Cabaret, ha vuelto el fresquito revitalizante que uso para secar mis huevos tras la ducha y, además, vuelve la puñetera Bestia de la Dehesa. Y antes de lo previsto, pues las vacaciones de verano me habían convertido en una masa informe de mierda y no creí que me recuperaría antes de enero. Pero aquí estamos. Nos hemos limpiado el ojete con septiembre y estamos dispuestos a bebernos los jugos vaginales de Octubre. ¡Heil, Manolo Escobar!