viernes, 13 de abril de 2012

De politiqueos y consoladores anticuados

Nuestro cerebro está salvajemente desvirgado en lo que a cuestiones políticas se refiere. Como un  niño que pierde la inocencia cuando un depravado destapa su falo sifilítico y purulento ante sus acuosos ojos, nuestro cerebro recibe señales terriblemente condicionantes, en lo que a política respecta, en lugares completamente inusitados. Periódicos, televisión, anuncios... en todo meten el cimbrel esos truhanes dedicados al noble arte de pastorearnos. Incluso estoy elaborando una insana, absurda y complejísima teoría sobre como los políticos se las apañan para introducir, justo en el momento en el que no miramos, pequeñas dosis de su propio semen en cada bol de cereales que consumimos .
Fuera de la obvia intromisión mediática en las partes nobles de nuestro cerebelo, existen importantes cuestiones a tratar en el erótico campo de los politiqueos. Y es que la razón de estos constantes tractos rectales en nuestra ideología no es más que la muestra de la imperfección del sistema político en el que nos encontramos. No podemos echar la culpa de esto a un imaginario señor con sombrero de copa que se masturba pensando en lo pobres que son todos menos él. La culpa de esto la tenemos todos y cada uno de los ignorantes que nos conformamos con el porno sórdido y gratuito que encontramos por internet. Porque el hecho es que nos están vendiendo la política, utilizando el marketing, como una vulgar ramera se vende en las páginas de contactos de un periódico local.
Seamos serios, no estamos haciendo una transacción inocente, como la compra de crack en un oscuro y maloliente callejón, ni estamos encargando por teletienda consoladores de los años 50, viejos, cascados y usados mil y una vez. Estamos decidiendo en qué tipo de mundo queremos desempeñar nuestra patética vida de pervertidos. En qué mundo queremos pagar porque nos planten mojones en el pecho. En qué mundo queremos que nuestros pobres vástagos se conviertan en penosos camellos de tres al cuarto. Salgámonos un poquito de etiquetas políticas, de periódicos corruptos, del pastoreo al que nos subordinemos. Pensemos un poco al tomar decisiones vitales para todos. Y luego volvemos al porno sórdido y gratuito, tranquilos, que de eso no me olvido.
Especialmente dedicado a la gente de "We Must Be Over the Rainbow", que se curran y se piensan todos estos asuntos de política. También dedicado a ese travesti tan sexy que conocí en la romería de Soria. Manolo, no te olvido.

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