martes, 31 de julio de 2012

Una historia de amor en condiciones.


De pronto a todas las parejas jóvenes seguían la moda de colgar un candado de una verja, cerrarlo y tirar la llave, símbolo de su amor. Ella le contó que todo aquello había nacido de una novelilla absurda para adolescentes, él ya la aborrecía sin haberla leído. Pero siempre solía decir que no había que cerrarse a nada, que había que limpiarse de prejuicios. Ella siempre coincidía, aunque no le dejaba que le diera por culo. Aún.
Esa noche salieron a la calle, pues eran una pareja joven que no se cerraba a nada. Llevaban un buen manojo de candados de bicicleta. Se acercaron a la moto más cercana y se lo colgaron entre los radios. Luego tiraron la llave a una alcantarilla. No vieron simbolizado del todo su amor, así que repitieron la operación repetidas veces, hasta que se quedaron sin candados. Simbolizar su amor les pareció gracioso. Eran unos hijos de puta, ambos. Quizás por eso se llevasen tan bien.
Cortaron a los pocos meses, ambos están bien. Quedan a tomar café de vez en cuando. Ni hubo melodrama, ni lágrimas. Solo se acabó lo que se daba. Me parece un buen final, un final feliz.

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