lunes, 9 de julio de 2012

High luxury

Accedí a compartir la arraigada tradición de acudir al litoral español cuando el periodo estival aprieta. Al fin y al cabo, hasta los alemanes lo hacen y ellos saben coger al toro por el escroto. Me presento ante un hotel costero que vio envejecer y morir a la Mirinda. El gotelé había conquistado hasta el tanga del recepcionista calvo que nos recibió. Mi fin de semana costero se dibujaba como una vuelta a un pasado que soy demasiado joven para haber vivido.
Un pasillo muy muy funky, en tonos morados, granates y rosas, y engalanado esporádicamente por algún que otro motivo geométrico setentero a más no poder, me condujo a una habitación mediocre cuyo suelo había sido vilmente robado a la familia Alcántara. Para terminar de aliñar este mixed explosivo, un desfile de obras de arte completamente surrealistas poblaban los pasillos: Un relieve que parecía mostrar un hombre desnudo, imitando los griegos, pero realizado sobre un material similar a la lefa seca; un jarrón azul eléctrico hecho de corcho pan sobre unas patas naranja butano; y mi preferido, un gracioso cocinero bizco que me alegraba mi estancia con su mirada perdida, lo que nosotros apodamos el Bizcochef (fotos de nuestro camarada virulo arriba y abajo). Me reí mucho con todo esto, e incluso me hizo gracia cuando, por la noche, montaron una especie de fiesta geriátrica donde los ancianos bailaban al ritmo de baladas más antiguas que la violación anal. Un hotel inundado de chirrido de titanio y chasquidos artríticos. 

Sin embargo, hubo algo que sobrepasó mi cupo de buenrrollismo: había contratado un desayuno de buffet, y cual fue mi sorpresa cuando encuentro que el buffet son 3 rodajas de chorizo, un pack de zumo del mercadona, una rebanada de pan bimbo y un cruasan de aspecto dudoso. Mi cara de decepción debió ser épica, y todavía me contuve de arrodillarme en el suelo gritando "Lo habeis destruido". Pero esto si que no lo paso. Me da igual lo viejuno y absurdo que sea el hotel. Por lo pronto, he dejado mi retrete con más restregones de mierda que porcelana. Pero eso no será todo, ya lo creo que no. Solo es el comienzo de mi venganza escatológica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario