sábado, 14 de julio de 2012

Babiera Campoamor, comprame un cerdito

Osbaldo Punchinbol odiaba mucho los smileys. Con toda su podrida alma de Mormón, le repugnaban a más no poder. Cada vez que los veía en la pantalla de su chat preferido sobre artículos de cocina que pueden usarse de consoladores, no  podía sino imaginar a toda aquella gente que compartía su pasión haciendo horrendas e histriónicas muecas. Además, curiosamente, imaginaba a todos sus compañeros de hobby con la cara de Rosi de Parma llena de natillas, lo que no ayudaba a que las muecas fueran menos inquietantes. Es por eso que, cada vez que aparecía un "XD" en una conversación, con la imagen mental en su cabeza de un internauta riendo como un puto descosido ante su teclado sin razón aparente, se afanaba en conseguir la dirección postal del interlocutor y daba un aviso a los EEUU de que en aquella casa había petroleo, con el consecuente asalto a la casa, el asesinato de todos sus habitantes y el robo de toda sustancia oleosa que encontrasen en un perímetro de 10 km.
A pesar de que le parecía un castigo acorde con el crimen cometido, a veces le entraba una extraña sensación de remordimientos. Pero el tenía métodos infalibles para acabar con ella. Cogía un gato y lo rellenaba con tabasco hasta que desbordase, esperaba a su muerte y luego lo utilizaba de esponja de ducha. Nada limpia tanto los pecados, ni exfolia tantísimo la piel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario