miércoles, 22 de febrero de 2012

Vencer a la vergüenza

Lo primero que te echa para atrás de escribir tu propio blog acerca de opiniones personales es que probablemente ya existan miles de otros pajilleros, cuarentones, pederastas, gafapastas y demás depravados con la misma idea. Probablemente ninguna de tus opiniones sea mucho más original que una patata y merezcas las mismas visitas que la susodicha patata. Pero entonces un día, tras haberlo rechazado en numerosas ocasiones, un ego erecto y encabritado te incrusta de una colleja en la pantalla del ordenador y te obliga a escribir la primera entrada con una metafórica Magnun del 44 apuntando a tu puñetera cabeza de friki.
Es entonces cuando, a pesar de las reticencias pasadas y futuras, te pones a escribir sin importarte un carajo para quien y dejas escapar un fino chorro, casi tímido, de mierda cerebral. Y poco a poco coges confianza para dejar escapar por fin un vigoroso y alegre torrente de diarrea que asquee e ilusione por igual a unos lectores que probablemente sean tus padres o tu primo el de Huesca, y poco más.
Con esta feliz disposición en la cabeza, solo tengo una sola cosa más que añadir. A quien esté leyendo esto, por favor, ayúdeme. Mi ego no pierde detalle y es demasiado grande para que me deje escapar venciendolo a hostias. Por favor, ayuda.

5 comentarios:

  1. Me gusta el plano escatológico-diarreico que has elegido para dar rienda suelta a tus pajas mentales y perversiones etéreas. Solo digo que con una pluma como la tuya, a la altura del mismísimo Quevedo, y una mente sucia y repugnante, similar a la peor pesadilla de Charles Manson en un día malo(en plan hard core), a la par que brillante y mordaz, causarás sensación en esta cuna de la intelectualidad y la repugnancia mas supina y atroz. Cariñosamente, el PELÍCANO, desde la 157.(Fuck da police):

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  2. Puede que este sea el comienzo de la creación de una meca del saber...

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  3. La sensación que muestra la utopía constante del artículo es que se duda que el autor sea mortal.

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  4. Estoy impaciente por leer algo, sobre todo sabiendo que si Nietzsche afirmaba que estaba mil metros por encima del hombre, tu usaras su cabeza como taburete.

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  5. Puto amo señor. A ver con qué nos deleita en posteriores entradas

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