martes, 28 de febrero de 2012

Internet, la utopía del anónimo

Hay mucha magia en internet. Redes sociales que nos permiten relacionarnos con prostitutas albinas en nuestra misma ciudad, periódicos donde leer detalles escabrosos de las últimas violaciones, vídeos que parecen nacidos de un brillante y coprofílico psicópata o páginas web que aseguran con entusiasmo de feriante que pueden aumentar el tamaño de nuestro bien amado pene hasta vernos en la necesidad de comprarle una gorra y pintarle una expresiva cara en lo alto del capullo.
Pero mi asunto favorito de esta semi-existente sociedad es la depresión e incapacidad social que transmiten muchos portales. Lo mejor de esta red es la forma sutil y descompasada, como un niño cojo pidiendo una limosna para comer mientras yo acelero el paso, para mostrarnos lo enfermo que está el ser humano. Y por desgracia no es una discapacidad alegre y divertida, como las parafilias, sino una auténtica muestra de inutilidad común, de podredumbre vital. Gente que ha perdido tantísimo el norte que tiene que reinventarse una vida completamente falsa, superficial y patética para impresionar a un desconocido y poder hacerse la primera paja nocturna del mes sin pensar en que su vida es una puta mierda.
Pocas cosas hay que me hagan soltar una carcajada tan sonora como el pensamiento en el patetismo de un tipo, bronceado a lo David Meca por la pantalla del ordenador, que hoy se siente una maldito catedrático porque ha conseguido rebatirle a un anónimo, que ni siquiera conoce, los detalles de una sucia teoría conspiratoria salida del sueño húmedo de un esquizofrénico. Minutos después, orgulloso y altanero nuestro especimen se dispondrá a desencajarse el culo de la silla, dejar su revista porno favorita empapada de grasa de Doritos y soñar con que todo esto ha ocurrido en la vida real. Desternillante. Y encima para descubrir al día siguiente que su argumento ha sido irrevocablemente echado por tierra, con una lágrima en los ojos. Me retiro, que me va a dar un síncope de tanto reirme.

1 comentario:

  1. Mucha razón llevas!!! Limpiaré mis sucias manos de Doritos. Mi revista porno debe seguir impoluta...

    ResponderEliminar