jueves, 31 de mayo de 2012

Salvad el honor del porno

Tras un largo periodo de tiempo, en el que este blog mío ha traído menos frutos que el vientre reseco de la duquesa de alba, enmoquetado y listo para embalsamar, he decidido celebrar mi poco deseada vuelta con una teoría especial que me guardaba en la bragueta. La del honor de la pornografía.
El porno es, actualmente, la materia más hipócritamente vilipendiada. Todo Internet está lleno de vídeos en el que esas maravillosas mujeres, ya sean juguetes rotos cuya vida ha matado sus sueños o simples fornicadores profesionales, repletas de bacterias genitales con sabor a pescadilla, nos invitan a manjares de lujuria, más o menos sórdida, dependiendo del gusto. Y sin embargo, la sociedad, que para efectos prácticos podeis imaginar como un señor calvo muy arrugado con un traje de chaqueta sin pantalones ni calzoncillos y un pepino asomándole por el ano, ataca desconsideradamente toda esta rama del séptimo arte, calificándolo de sucio, impuro o repugnante.
Sin embargo, el sexo es una parte importante de la vida humana. Sin el sexo, probablemente ya hubiesemos inventado la fórmula de la inmortalidad y habríamos llegado a Saturno, pero el 90% de la población estaría colgándose del pescuezo en sus respectivas casas. Porque sacudirnos la sardina nos hace gente cuerda, y rockanrrollear la casba, para quien pueda perimitirselo, relaja nuestras tensiones y reinicia nuestro sistema. Estamos programados como máquinas de fornicar, comer y cagar. Por eso el sexo no es sucio, sino natural, como la mierda de cabra o los pelos en el coño.
Pero claro, ese señor calvo y sodomita que es la sociedad, con su hipocresía y su semidesnudez, consiente en condenarlo después de pelarse la nutria con vídeos de zoofilia. Porque tenemos mucho miedo a la naturaleza y queremos un mundo aséptico, donde follar a través de trajes de latex. Donde nos podamos erigir como seres superiores a la naturaleza, como no animales. Como humanos, dioses semicorporeos. Pues que le metan un falo por el ojo a esa sociedad autocomplaciente y estúpida. Estoy muy contento siendo un animal y me gusta sentir el tacto de mi mano en mi prepucio. No quiero nada con ese indigno mundo aséptico que estais construyendo y los únicos trajes de latex que consiento son los que usa Lorelei Lee en sus videos sadomasoquistas. Porque el porno es instinto, animalismo... es una ilusión imposible que sin embargo refleja lo que somos. 

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